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Mapeo polifónico: pensamiento y experiencia migrante en las Américas
Luis es un escritor venezolano que residió durante dos años en Bogotá, Colombia. Debido a la pandemia del Covid-19 perdió su trabajo en la editorial, por lo que decidió regresar a su país. Como los aeropuertos y las fronteras terrestres se encontraban cerradas, cuenta que: "vi por internet que había muchos venezolanos regresando a pie, y decidí unirme a ellos. Fue una experiencia muy difícil, caminamos por 16 días todo el día: haciendo pequeñas pausas para comer alguna cosa, durmiendo donde pudiéramos, debajo de algún puente, frente a algún local, en alguna plaza pública; donde se nos permitiera, pero siempre tratando de mantener el movimiento para llegar a la frontera lo más pronto posible. Fue duro, afortunadamente mucha gente del pueblo colombiano se solidarizó con nosotros: nos ofreció comida, agua, café, en la medida de sus posibilidades".
Éste es uno de los más de 70 testimonios que configuran el Mapa Polifónico, un archivo sonoro que incluye voces de migrantes de diversas edades, géneros, nacionalidades, procedencias étnicas, orientaciones sexuales, y que viven en varias localidades de las Américas. Por medio de audios de WhatsApp relatan cómo la pandemia del COVID-19 impacta sus vidas, también se constata su experiencia cotidiana de (in)movilidad, confinamiento, riesgo a la enfermedad, su confrontación diaria con la burocracia, la xenofobia, el desempleo; y a la vez, cómo su lucha vital se despliega entre la solidaridad, la creatividad y la esperanza.
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Cuando nació (In)movilidad en las Américas, los investigadores que hacemos parte del proyecto empezamos a rastrear las reconfiguraciones entre la (in)movilidad y el control en medio de la pandemia. Dada la necesidad de mantenernos en casa para no exponernos y evitar la propagación del virus, hicimos un seguimiento de la prensa en cada uno de los países y de la información oficial emitida por las instituciones estatales y organismos trabajando con migraciones. Sin embargo, ante la imposibilidad de estar en el campo nos faltaba capturar la experiencia directa de los migrantes. ¿Cómo se estaban transformando sus proyectos migratorios? ¿Qué desafíos colocaba la pandemia en sus vidas? Y ¿cuáles eran las estrategias que estaban usando para enfrentar estos desafíos? Fue así que pensamos en el Whatsapp para entablar un diálogo directo con los migrantes y los líderes de organizaciones migrantes.
Si en las ciencias sociales la etnografía virtual ya era una técnica de investigación recurrente, con la pandemia ésta se volvió una práctica habitual. Dado que muchos de los investigadores ya teníamos contacto previo con personas migrantes por medio del Whatsapp, o hacíamos parte de redes digitales con otros investigadores y defensores de derechos migrantes, decidimos aventurarnos en este camino. Así, los migrantes, líderes migrantes y miembros de organizaciones que trabajan con esta población enviaron y siguen enviando sus testimonios, por ahora desde 10 países distintos. Una excepción fue el caso de México, donde una investigadora que se encontraba trabajando en un albergue en el centro del país pudo realizar entrevistas directas con mexicanos, centroamericanos, colombianos y caribeños. En muchos casos, los nombres de los testimoniantes se omitieron o cambiaron por motivos de seguridad; en otros permanecen como una forma de dar identidad a los procesos migratorios. En todos los casos, se contó con el consentimiento explícito para la difusión de sus experiencias. Y así como las redes sociales y las tecnologías de la información nos han permitido crear este Mapa Polifónico, las mismas posibilitan otras formas de vida y alternativas de cotidianidad migrante.
¿Por qué las redes sociales son centrales en la migración?
La migración es un proceso que mantiene a las personas en varios lugares a la vez. Una mujer salvadoreña puede estar fisicamente dentro de una maquila en la cual trabaja en Ciudad Juárez, México, pero tener su corazón en San Salvador donde está su hijo, y su mente en Texas, donde se encuentra su prima esperándola. Las redes sociales le permiten tener una relación cotidiana con el hijo, enviar información a los abuelos sobre las remesas y que la prima la mantenga al tanto sobre las posibilidades laborales en Estados Unidos, y de paso, le envíe unas fotos de los quince años de su sobrina.
Pero estas mismas redes, a través de las cuales se mantienen vivos los afectos, son centrales para compartir conocimiento sobre la movilidad y sortear el control de los Estados. A través de grupos se comparte información sobre las últimas medidas solicitadas por los agentes migratorios en frontera, las nuevas rutas para cruzar, los costos del viaje y las medidas de precaución que se deben tomar. Se construye un bien común migrante, que de manera horizontal comparte información, prácticas de cuidado y estrategias de contestación frente a las violentas lógicas de control y exclusión de los Estados y de los grupos criminales que lucran con la irregularidad migratoria. Recordemos que Luis, con cuyo testimonio abrimos este texto, se informó por medio de las redes sobre los retornos de sus connacionales a pie y decidió unirse a una grupo.
Y aunque las tecnologías y redes de comunicación son centrales en el proceso migratorio, hay un saber que comparten los migrantes que atraviesan México. Los números de teléfono de los familiares no se agendan y el historial de llamadas se borra, pues esos son los contactos a los que llaman los criminales y agentes para estatales para extorsionar cuando detienen y secuestran a los migrantes. Esos números, como señala Juan, un salvadoreño que se encuentra en un abrigo en el centro de México, se guardan en el corazón.
Espera, violencia de género y cuidado
Los relatos de este archivo sonoro evidencian el reforzamiento de las lógicas de control y una profundización de la precarización de las vidas migrantes durante la pandemia, pero simultáneamente, muestran las estrategias que las personas emplean para contornar la violencia, la exclusión y las desigualdades. En ese sentido, los testimonios no son meros relatos, si no pensamiento y conocimiento que cotidianamente produce nuevas formas de habitar un mundo que muchas veces es devastador. En este texto retomaremos apenas algunos elementos.
"El tiempo no para…"
Como supuesta medida preventiva a la propagación del virus, varias fronteras se cerraron intempestivamente, particularmente las terrestres, que es por donde transitan los migrantes más vulnerables. Afectando así los proyectos migratorios de las personas en situación de movilidad, obligándolos a atravesar por caminos irregulares, exponiéndolos a redes criminales, y produciendo su irregularidad. Marcela es boliviana y vive en el Gran Buenos Aires, ella hace parte de una organización que trabaja con migrantes en una villa de la periferia y cuenta que siempre han existido procesos de circularidad entre los migrantes que viven en la ciudad y que retornan cada tanto a sus países. Con el cierre repentino de las fronteras varios compañeros "quedaron parados en Bolivia, en Perú y en Paraguay, lo que ha dividido y separado familias".
Pero así como las fronteras internacionales se cerraron y fortalecieron, también se reforzaron diversas fronteras al interior de los territorios nacionales a través de la producción de la espera. Hace años que Austin salió de su país: Haití. Primero vivió en Brasil, pero como la situación se complicó, emprendió un largo camino hacia el norte, pasó tres años en México; ahora vive en el estado de Florida, en los Estados Unidos. En el momento en el que compartió su relato se encontraba muy preocupado pues el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos había cambiado las disposiciones para los solicitantes de asilo, lo que afectaba su caso. Antes, uno obtenía el permiso de trabajo tras esperar seis meses como solicitante, con la nueva normativa había que esperar un año. Austin señala que esa situación "ha complicado las cosas, su forma de vivir, dado que tengo un hijo que mantener". Tampoco ha podido sacar la licencia de manejo, y solo a veces consigue trabajo por periodos de dos meses. De cada pago, Austin siempre intenta ahorrar lo máximo posible, para poder pagar la renta y comida en los periodos de desempleo.
Marcel es cubano, y cuenta desde un albergue en el centro de México, que había comenzado un proceso de regularización migratoria en el sur del país. Con la pandemia le dijeron que su trámite tardaría por lo menos seis meses más; él no podía permitirse esperar tanto tiempo, así que decidió seguir el viaje. Ángel es un refugiado hondureño y se encuentra en el mismo albergue que Marcel, insiste que con la llegada del Covid-19 toda la documentación se paró. Define a la pandemia como un gran retraso, pues "el tiempo no para y los años pasan", él sigue sin trabajo.
La producción de la espera siempre ha sido un mecanismo de control de ciertas poblaciones, entre ellas las migrantes. Con la pandemia, la gran mayoría de los procesos con las instituciones públicas se han estirado, prorrogado, pospuesto o suspendido, generando más incertidumbre e incrementando la precariedad de muchas vidas que dependen de documentos, servicios y recursos públicos para seguir viviendo. Estos y otros testimonios dan cuenta de que no solo el virus mata, también lo hacen las corrosivas y lentas prácticas del Estado de dejar morir y hacer esperar, junto a otras prácticas más espectaculares como la detención, la deportación y la explotación.
"Una tiene que vivir con el agresor dentro de la casa"
Varios de los testimonios del Mapeo dan cuenta del incremento de la violencia contra las mujeres y personas de la diversidad sexual. La pandemia obligó a muchas mujeres -migrantes y nacionales- a vivir en confinamiento con sus agresores. Eso lo sabe bien Marcela, quien vive y trabaja en la periferia de Buenos Aires, y enfatiza que las mujeres viven "con el agresor dentro de la casa. Es bastante evidente lo que pasa: las muertas, las desaparecidas". Como parte de la labor que su organización realiza con migrantes, han acompañado distintos casos de violencia de género.
Soledad Requena también detectó un incremento de violencia hacia las mujeres en las periferias de Sao Paulo. Ella es peruana, pero vive en la ciudad brasileña desde hace ocho años y trabaja con mujeres migrantes en el Centro de la Mujer Inmigrante y Refugiada (CEMIR). Además, la denuncia de violencia es muy compleja para las mujeres migrantes, "una tiene que llamar al centro de atención para denunciar que está siendo víctima de violencia. Pero eso no funciona para las mujeres migrantes, porque quien atiende el servicio percibe que ellas no hablan bien el portugués entonces son pocas las mujeres que son escuchadas y que siguen el flujo de la denuncia. E incluso muchas mujeres que denuncian dicen que la policía nunca llegó a su domicilio, o demora mucho en llegar".
Alessandra, una venezolana trans que vive en Ecuador, señala que las personas transexuales son de las más denigradas y maltratadas por la sociedad, y que la pandemia vino a profundizar eso. Su caso es dramático, ella fue desalojada del lugar donde vivía, quedando en situación de calle, después fue capturada por una red de trata, consiguió huir, pero le dispararon en la pierna. Cuenta que "lo más difícil que ha tenido que enfrentar es caminar por la calle herida, sola, sin recibir ningún tipo de atención médica porque la clínica estaba saturada con enfermos de Covid-19". Alessandra resalta que el Estado no le brindó ningún tipo de atención o servicio y que han sido pocas las organizaciones que la han apoyado, ahora se encuentra más tranquila pues tiene un techo donde dormir, y sabe que ha sido fuerte, valiente y perseverante.
Frente a la ineficiencia del sistema, Soledad resalta que las mujeres migrantes están creando sus propios mecanismos de protección y cuidado. "Ya hubo casos de mujeres migrantes que huyeron de la casa con dos tres hijos y se fueron a vivir a casa de las amigas. Y la amiga la recibió hasta que vino la policía. Entonces son prácticas que se remontan a las historias comunitarias de nuestros países."
Por otro lado, Soledad no deja de llamar la atención a distintas prácticas de cuidado, emprendimientos solidarios y trabajos comunitarios entre las mujeres, que en este contexto de pandemia, han generado autonomía frente a sus agresores, enfrentando la violencia y el hambre. Concluye que "la pandemia nos trajo lo peor, pero también nos da la oportunidad para repensar para dónde se pueden hacer propuestas de políticas públicas, porque queda claro que las políticas públicas que tenemos son insuficientes".
*Les invitamos a visitar el Mapa Polifónico y escuchar las distintas voces que lo componen. Si eres migrante, líder comunitario o trabajas en alguna organización que involucre migraciones queremos que hagas parte del proyecto. Puedes escribirnos a: ireri.ceja@gmail.com
Iréri Ceja-Cárdenas es coordinadora del Mapeo Polifónico, dentro del proyecto "(In)movilidad en las Américas". Cursa el Programa doctoral en Antropología Social en el Museo Nacional, Universidad Federal de Río de Janeiro. Es coautora de los libros "Corpografías: género y fronteras en América Latina (2017") y "Ah, usted viene por la visa Mercosur: integración, migración y refugio en Ecuador" (2017). Tiene experiencia en el área de antropología, con énfasis en migración y desplazamiento forzado, y trabaja en los ejes de políticas de vida y muerte, Estado, violencia y humanitarismo. Integrante del colectivo de mujeres migrantes "Magdasmigram".
Los artículos publicados en la serie "Movilidad Humana y Coronavirus" no necesariamente reflejan la opinión del Museo de la Inmigración del Estado de São Paulo. Divulgar a los textos autorales es parte de nuestro compromiso con la apertura al debate y la construcción de diálogos relacionados con el fenómeno migratorio en la contemporaneidad.
Foto de portada: Examen de pruebas Covid-19 en Policlínica Piquet Carneiro, unidad de salud UERJ/Brasil. Autoría de la foto en la publicación: Tainá Caite/Coletivo Questão Social em Foto. | Tiene una raya negra, en la esquina inferior izquierda, escrita Ocupación "I (MOVILIDAD) EN LAS AMÉRICAS" en blanco.
La ocupación "(In) Movilidad en las Américas" es una iniciativa que surgió de la alianza entre el Museo de la Inmigración y el proyecto de investigación regional "(In) Movilidad en las Américas y COVID-19" para la difusión de artículos inéditos, escritos especialmente para este espacio. La web del proyecto de investigación, con todos los textos y materiales multimedia se puede consultar en este enlace. Continuando con la propuesta desarrollada en la serie "Movilidad Humana y Coronavirus", continuaremos debatiendo y reflexionando sobre los impactos de la pandemia en la migración y otras formas de movilidad.